Los Berrazales - Valle de Agaete - Gran Canaria
Agricultura, Clima, Economía, Edafología, Geografía, Geomorfología, Hidrología, Mapa Geológico, Relieve, Vegetación

AGAETE SU MEDIO AMBIENTE

Antonio J. Cruz y Saavedra

VARIEDAD CROMÁTICA Y MORFOLÓGICA

La comarca de la Villa de Agaete, constituye una entidad de población de gran variedad cromática y morfológica propia de un paisaje personal e individualizado. Su extensión es de 45’8 Km2 arrancando su diversidad colorística y física desde los linderos de sus costas hasta las zonas de cumbre que la coronan. Su orografía quebrada se manifiesta en amplios valles, donde el paisaje cambia bruscamente. Las llanuras han quedado atrás, elevándose por toda la costa un contrafuerte acantilado de rocas variadas, todas ellas de edad terciaria y que figuran en los componentes antiguos de la Isla. Estos materiales, resistentes a la erosión y que han permanecido estables formando parte del bloque levantado de la gran falla, han determinado su morfología accidentada.

 

Distribución morfológica de la superficie de Agaete. Realizada por Antonio J. Cruz y Saavedra. "Arquitectura y Artes Plásticas en la Villa de Agaete", pág. 25.
Distribución morfológica de la superficie de Agaete. Realizada por Antonio J. Cruz y Saavedra. “Arquitectura y Artes Plásticas en la Villa de Agaete”, pág. 25.

 

FORMACIÓN GEOLÓGICA. ERUPCIONES VOLCÁNICAS DE MÁS DE 14 MILLONES DE AÑOS

Este sector de la Isla –la comarca del noroeste– está constituido en su mayor parte por rocas que corresponden a antiguas erupciones volcánicas emergidas, ofreciendo una antigüedad de hasta casi 14 millones de años. Se interpreta que la primera fase magmática acabó configurando la antigua Gran Canaria, que consistía en un voluminoso edificio en forma de escudo volcánico que, sin duda, tuvo prolongación más hacia el oeste de la actual línea de costa, sobre lo que ahora está ocupado por el mar[1]. Forman en general una topografía que repele el poblamiento. Sólo en el curso medio y bajo de algunos barrancos, en la zona de basaltos antiguos, allí donde se ha formado una zona susceptible de cultivarse, aparecieron los primeros núcleos de población a partir del siglo XVIII. Del Barranco de Agaete hacia la ciudad de Gáldar todo cambia. Los materiales afloran sólo en puntos aislados, pero las coladas, pitones e ignimbritas de la serie fonolita configuran una segunda y antigua línea de costa. La serie basáltica II, con puntos de emisión en medianías y cumbres lanzó piroclastos y coladas lávicas que en dirección norte llegaron al mar. Las manifestaciones de la serie IV, última fase del vulcanismo canario, están representadas en el barranco citado, con puntos de emisión en Juncalillo de Gáldar y en los Berrazales. Las lavas descendieron valle abajo hasta la misma costa[2].

 

LA ACCIÓN DE LA PLUVIOMETRÍA Y LOS USOS DEL TERRITORIO

En esta zona nos encontramos con un índice pluviométrico elevado, que nos indica una vegetación más exigente, sobre todo aquellas situadas en las vertientes de barlovento. La influencia del alisio de dirección N-E, es el responsable de su configuración ambiental, de capital importancia para el asentamiento poblacional. Esta incidencia en torno a los 500 y 700 metros de altura, produce un escalonamiento de las precipitaciones. Por debajo de los 300 y 400 metros, la aridez y las precipitaciones no rebasan los 250 mm. anuales. Por encima, la humedad aumenta de manera considerable y determina la posibilidad de los cultivos de secano, de medianías y cumbres; éstas ocupan una zona reducida por lo escarpado del terreno y la considerable extensión de la masa forestal. En el caso específico de la Villa, los vientos alisios son registrados de forma marginal, motivados por sus características y exposición del relieve. Destacan diferentes regímenes pluviométricos que oscilan desde los 200 mm. en la costa, pasando de los 300 a los 500 mm. en el interior, elevándose en el macizo de Tamadaba, donde su índice es superior a los 700 mm.

Los suelos han sufrido modificaciones por las lluvias torrenciales, se localizan en las partes bajas de las laderas, formando masas de considerable espesor. La gran escorrentía y el alto grado de deforestación han originado suelos poco profundos y pedregosos, colonizados a medida que son utilizados por un trasvase progresivo de tierras desde otras procedencias. La alta evaporación dificulta la agricultura en verano, así como la carestía del acondicionamiento del terreno, unido a la escasez del agua, determinaron la ocupación del espacio geográfico. Teniendo en cuenta esos factores, la ocupación humana se dirige entonces hacia aquellas zonas que presentan unas mejores condiciones. Por ello los pueblos se sitúan aprovechando las terrazas y algunos cerros de poca pendiente. Esta demanda de tierra motivó la ocupación de los fondos de las cuencas, donde aumenta el espesor de los suelos por acumulación y es factible la utilización para el riego del agua de los manantiales de las laderas y de la que fluye por los barrancos. No obstante, debido a este escalonamiento pluviométrico y biológico, ha motivado desde el siglo de la conquista, la implantación de una gama variada de cultivos que van desde la propia caña de azúcar, la viña y hortalizas, a las tierras de sembraduras.

 

LA VEGETACIÓN DE AGAETE

Esta graduación pluviométrica nos da una situación local de microclimas y el consiguiente escalonamiento de los pisos vegetativos. Primeramente, encontramos un piso que asciende desde el nivel del mar hasta los 500 metros, cuya vegetación característica está compuesta de plantas xerófitas como el cardón –Euphorbia Canariensis–, las tabaibas –Euphorbias– y el Balo –Plomaca Pendula–. Es decir, nos encontramos la formación Kleinio-Euphorbiaceas Macaronésica, con algunos ejemplares legendarios. El siguiente piso vegetativo lo compone el Fayal-Brezal envolviendo los bosques de laurisilva. Este va desde los 500 a los 800 metros, desapareciendo en la Villa de Agaete, aunque se conservan algunos ejemplares en el anfiteatro de Guayedra, concretamente en el Barranco de La Palma y algún reducto en el Barranquillo de El Cauco, en el caserío de El Sao. Entre los 800 y 1000 metros se asienta una vegetación de transición que se corresponde con el escobonal y los codesos, de cuyos exponentes dan fe los llamados andenes de Guayedra, paraje dificultoso y accesible casi exclusivamente por las cabras bravías[3].

 

 

Piso Basal - Gran Canaria
Piso Basal – Gran Canaria

 

Bosque Termófilo - Gran Canaria - http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf
Bosque Termófilo – Gran Canaria – http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf

 

Lauirislva  - Gran Canaria -http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf
Lauirislva – Gran Canaria – http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf

 

 

Pinar - http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf
Pinar – http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf

 

 

Enlace de imágenes: http://www3.gobiernodecanarias.org/medusa/ecoescuela/recursosdigitales/files/formidable/Pisos-Gran-Canaria.pdf

 

Sobre los 1.100 metros predominan las formaciones de “pinus canariensis”, destacando por su extensión y belleza el pinar de Tamadaba, reducto de curiosos endemismos. Dentro de los límites físicos del Gayerte, no encontramos zonas alpinas o concretamente subalpinas por sus características específicas, aunque se dan ejemplares por colonización.

Esta exuberante vegetación ha sufrido un rápido proceso de deforestación, haciéndose extensiva a toda la comarca, teniendo como testimonio referencias que nos relatan, como el monte bajo rozaba las costas de Guayedra de Abajo y algunos esporádicos ejemplares de pinos se acercaban a las márgenes del poblamiento actual. Todo en base a la tala desmesurada desde la conquista, motivada por la gran demanda de leña para los ingenios azucareros, así como las “razzias” abusivas durante y después de la “guerra civil”, habida cuenta de la escasez de otras fuentes de energía, unidas al descenso vertiginoso de la capa freática como consecuencia inmediata de la desertización de la misma y la explotación irracional de los recursos acuíferos. Su apreciada madera era codiciada desde los tiempos de la colonización, abasteciendo las necesidades de las construcciones religiosas[4]. Durante el siglo XIX, al engrosar las propiedades de la familia de Armas, su extracción se hace progresiva y abastece de madera de tea a todas sus edificaciones, que son las más interesantes por su construcción y por el material utilizado. De la misma forma, los despojos realizados por los carboneros son perseguidos y las denuncias se suceden, según obran en una extensa documentación al respecto en el Ayuntamiento de la Villa[5].

 

LA DISTRIBUCIÓN DE LAS COLADAS BASÁLTICAS

Los asentamientos aborígenes

En definitiva, la importancia de los elementos geológicos, climatológicos y botánicos, radican en la propia utilización del espacio agrícola, aprovechándolo al máximo, como ocurre en las medianías de El Sao y El Hornillo. Así como la utilización de cualquier instrumento físico susceptible de modificar, edificar o potenciar su ingenio creativo, unido a un respeto a la propia naturaleza y a su plena integración. Desde el punto de vista estrictamente geológico, es interesante la distribución de las diferentes coladas basálticas, porque nos ayuda a comprender la situación y emplazamiento de la necrópolis (Malpaís y los Cascajos de Abajo de la serie IV), las cistas y cuevas naturales de enterramientos (Roque de Antígafo, de la serie II). Por su naturaleza, natural o susceptible de excavar, encontramos dicha contribución ligada a esta motivación geológica. Correspondiendo al mismo tiempo, su emplazamiento, a bastiones destacados y con un claro síntoma estratégico y económico, evidenciado en los yacimientos de Las Moriscas, Bizbique, e incluso en el complejo arqueológico de Guayedra de Arriba. Si esto es lo que acontece con la extinguida población aborigen de la comarca, también hay que tener presente que los que reemplazaron su gestión tuvieron en cuenta los mismos factores físicos para su asentamiento, dejando todo el espacio posible al futuro, o sea, a la agricultura. El aprovechamiento del material cercano se presagia en la misma diversidad, así observamos que las casas que se sitúan en el Malpaís, o cercanas a él, aprovecharon sus cascajos mientras que los caseríos de San Pedro, El Risco y Guayedra, utilizaron un material más resistente, pero de acorde con lo que tenían a mano, lo más cercano. En cambio, la mayor parte de las viviendas del casco urbano, emplearon el canto blanco procedente de la cantera emplazada en Cueva Blanca, preludio de una arquitectura más refinada, aunque la nota común es el empleo diverso de los materiales tradicionales de construcción.

Cuevas y Silos de grano de Bizbique, Valle de Agaete, AgaeteTelevision.com
Cuevas y Silos de grano de Bizbique, Valle de Agaete, AgaeteTelevision.com

 

Los pisos vegetativos, y por consiguiente los cauces de aguas, son lugares primordiales de asentamiento, así se observa en el yacimiento de Los Canarios, Majada de Altabaca y caseríos actuales. Al mismo tiempo, la identificación flora-lugar, define y da nombre a emplazamientos específicos[6]. De indudable importancia es la disposición de los pisos vegetativos. Nos indican el tipo de flora característica y como consecuencia, la utilización de su madera en la arquitectura. Destacan las plantaciones de cañas a lo largo de los cursos de aguas y barrancos, de cuya utilización la encontramos en las techumbres de las casas marginales y rurales, y en los entramados de las viviendas más notables[7]. La “Phoenix canariensis”, en ocasiones forma parte de la misma construcción –presbiterio de la ermita de Las Nieves –, y en otras sus varas sirven de guía a las cañas en la estructura de la techumbre. El maderamen de las higueras “Ficus carica”[8], robles y araucarias, como piezas para dientes de los engranajes de los molinos hidráulicos, arados y pies derechos, corredores, puertas, zapatas, techumbres y otros elementos nobles del edificio, y la pinocha como mezcla inseparable de la torta para cubrir los techos[9]. Cuestiones no arbitrarias, porque cada uno de los antiguos emplazamientos aborígenes constituyen hoy día, un poblamiento no casual del hábitat moderno, atendiéndose a las condiciones geológicas, climáticas y botánicas. Se observa en la actualidad, un despoblamiento ocasionado por la atracción social de los centros urbanos. Es el caso del complejo troglodita de Bizbique, emplazamiento reaprovechado por el agricultor en base a los factores descritos. Circunstancias que subsistieron hasta hace unas décadas en el anfiteatro de Guayedra y que perviven actualmente en los caseríos de medianías.

Los elementos enumerados explican el poblamiento, la distinción social y los aspectos económicos, junto a la alimentación y determinantes políticos que motivaron el emplazamiento cantonal del Gayerte. Premisas indispensables que tienen como base argumental, el ulterior estudio de las diferencias arquitectónicas motivadas por la diversificación de los microclimas y que se manifiestan en la pluralidad de las formas de sus viviendas según el emplazamiento físico.

  1. GUITIÁN, MARTÍN, NADAL, NAVARRO, 1982, I, n.o 143, p. 19.
  2. MARTÍN RUIZ, 1978, pp. 7-11.
  3. VIERA, 1982, p. 382.
  4. LOBO, 1981, p. 127.
  5. AMVA. Oficio sobre las multas impuestas a los vecinos por daños forestales; SUÁREZ, 1987, p. 155.
  6. KUNKEL, 1981, I, pp. 56, 61 y 94; VIERA, 1982, p. 36.
  7. APVA. Libro de cuentas de fábrica.
  8. VIERA, 1982, p. 216.
  9. STONE, 1887, II, p. 52.

Enlaces de interés

 

 

LA TRAMA URBANA DE AGAETE

SITUACIÓN Y DELIMITACIÓN DE AGAETE

CARACTERÍSTICAS DEL  SUELO DE AGAETE

RELIEVE, GEOMORFOLOGÍA Y EDAFOLOGÍA DE AGAETE

MINERALES EN EL SUELO DE AGAETE

EL CLIMA DE AGAETE ¿QUÉ LO DETERMINA?

CONOCER LA VEGETACIÓN DE AGAETE

PISOS DE VEGETACIÓN DE GRAN CANARIA

MAPA GEOLÓGICO DE AGAETE

EL TSUNAMI DE AGAETE

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Plantas que curan plantas - Sahumerio - Eugenio Reyes Naranjo - Vicente Antonio Díaz Melián. Foto Javier Tadeo Alemán.
Agricultura, Costumbres, Etnobotánica | Medicina Popular, Etnografía

Plantas que curan plantas – El sahumerio

Plantas que curan plantas.

El empleo de plantas para curar plantas es una práctica ancestral que el investigador, Eugenio Reyes Naranjo, mediante esta entrevista al yerbero, Vicente Antonio Díaz Melián, profundizar en el conocimiento de las plantas que son utilizadas mediante la práctica del sahumerio (humo aromático), cuyo objetivo es la purificación del aire para combatir las plagas que afectan a las platas o a los espacios habitados.

La técnica del sahumerio

Mediante la quema, por ejemplo, de las hojas del eucalipto (Eucaliptus Citriodora Hook), la Lavanda Canariensis (mato risco, espliego, alhucema), el romero (Romarinus Officinalis), el laurel (Laurus Novocanariensis), la citronela (Pelargonium Citrosum); las cáscaras de las naranjas sajarinas, producida en el Valle de Agaete; las savias de los dragos (Dracanea Draco), los almácigos (Pistacia Atlántica Desf), las sabinas canarias (Juniperus Turbinata Guss. subsp. Canariensis), del Pino Canariensis o las esencias base del incienso que se obtiene del Boswellia Sacra, se logran humos aromáticos que curan plantas.

Conservación y difusión de la sabiduría – Plantas que curan plantas

Labor investigadora, que tiene como fruto la conservación y difusión, de la sabiduría acumulada, generación tras generación y que constituyen el patrimonio etnográfico de las Islas Canarias. Esta labor investigadora, que dirige Eugenio Reyes Naranjo, está inserta en los programas MAC-2014-2020 – MAC-BIOPEST, con la participación del Jardín Botánico Viera y Clavijo dependiente del Cabildo de Gran Canaria, Islas Canarias.

Eugenio Reyes Naranjo

Eugenio Reyes Naranjo: Licenciado en Sociología; Máster universitario en divulgación social de la ciencia; Técnico en Gestión Sostenible de Fincas Ecológicas; Técnico Superior en Energías Renovables y Técnico Ambiental en Socio-botánica. Con más de 35 de años de experiencia en la agricultura ecológica y de 30 años como educador del Jardín Botánico Canario Viera y Clavijo, unidad asociada al CSIC. Es Premio Canarias de Medioambiente. Director del Banco de Saberes de la Tierra. Dirigió, durante 15 años, el Aula de estudios de Globalización, Paz e Interculturalidad, de la Universidad de LAS PALMAS DE GRAN CANARIA. Es autor de publicaciones relevantes como: el Vademécum Practicum de Iniciación a la Agricultura Ecológica en Canarias, Manual trasversal de buenas prácticas de educación ambiental, 25 vueltas al Sol, una aproximación a la historia de la Federación ecologista Ben Magec o África y Canarias en la era de la Globalización, análisis y propuestas.

 

Vicente Antonio Díaz Melián

Nacido en Gáldar el 22 de Enero de 1963, casado y con dos hijas.

 
Sus aficiones son variadas:  los belenes, las plantas medicinales,  la naturaleza, el senderismo,  la cultura canaria y  las esculturas.
 
Se define como educador ambiental y naturalista.
 
Socio de:
Asociación Canaria de Defensa de la Naturaleza.
 
Amigos de las Pardelas.
Belenistas de Alicante.
 
Belenistas Canarios  San Juan de Dios
 
Miembro organizador de las Jornadas de Plantas Medicinales en Medicina Popular Canaria Memorial Enriquito Cáceres (el yerbero).
 
Involucrado en áreas de:
 
Educación ambiental.
 
Campañas de prevención de incendios forestales,  (vigilancia de  montes en el grupo de voluntarios).
 
Asociación Colaboradora de Protección Civil.
 
Campañas de reciclado.
 
Reforestaciones forestales. 
 
Campaña de salvar las pardelas.
 
Impartiendo numerosas charlar en centros escolares y  asociaciones.
 
Creador de la pagina de ASCAN http://ascan1970.blogia.com.
 
Guardián honorario de caza.
 
Una de sus grandes pasiones son las plantas canarias.
 
Destacan el hallazgo fortuito de una población de más de 30 “globularia ascanii”, en los andenes de Tamadaba,  que hoy  está  catalogada por el  Gobierno de Canarias en peligro de extinción.

 

Enlaces de interés

 

Conocer la vegetación de Agaete

Jardín Botánico Viera y Clavijo

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Agaete. Recreación de Nisamar Tadeo Rosario
Agricultura, Comunicaciones, Economía, Etnografía, Geografía, Historia, Población, Toponimia, Toponimia

El origen de Agaete

EL ORIGEN DE AGAETE

Manuel Lobo Cabrera

Catedrático de Historia Moderna

de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

 

 

Torres de Las Isletas, durante los trabajos de excavación, 200-2001. "Las torres realengas castellanas de Gran Canaria y Berbería de Poniente (1478-1500): arqueología de una frontera, fronteras de la Arqueología".
Torres de Las Isletas, durante los trabajos de excavación, 200-2001. “Las torres realengas castellanas de Gran Canaria y Berbería de Poniente (1478-1500): arqueología de una frontera, fronteras de la Arqueología”.

El origen de Agaete como pueblo tiene bastante que ver con la torre que edificara en sus cercanías Alonso Fernández de Lugo y luego con el levantamiento del ingenio en su entorno. De ahí el que se afirme que Agaete como núcleo castellano surgió antes que Gáldar, situándose la fecha en torno a 1481.

 

Los primeros repartimientos

Concluida la conquista de Gran Canaria Lugo recibe como premio a sus méritos una cierta cantidad de tierras que al parecer el mismo solicita al gobernador Pedro de Vera.

 

Conocedor de la zona por sus andanzas en dichos pagos prefiere que la data se le conceda en el margen izquierdo del barranco de Agaete, desde el mismo límite hasta el mar. Son tierras más llanas, fáciles de limpiar y despedrar, y especialmente cercanas al curso del agua, por lo cual era más sencillo el desvío de las mismas mediante heridos, canales y acequias.

 

En esta zona y en el entorno de la torre fabricó su ingenio en medio y muy cerca de las tierras que dedicó a la plantación de cañas.

También en esta zona se repartieron tierras a otros conquistadores y pobladores, como Antón Cerezo, futuro propietario del ingenio, Martín de Vera, hijo del gobernador Pedro de Vera, Martín del Pinal, que tomó un trozo de tierras y lo puso de cañas, y otros pobladores, vecinos de Agaete, que en sus suertes también plantaron cañas de azúcar que luego molerían en el ingenio. Avanzado el siglo XVI se siguieron repartiendo tierras en la zona, en concreto en el valle de Agaete y zonas aledañas casi lindando con Tamadaba, con el objeto de ponerlas en labor[1].

También fueron agraciados con tierras y aguas algunos indígenas que visto lo visto y después del apresamiento del Guanarteme colaboraron en la conquista del resto de la isla. Sus tierras se extendían por el propio Agaete, su valle, y el barranco de Guayedra, además de casas y solares en el casco de la incipiente villa. Muchos de ellos, posiblemente vivían en esta zona y otros procedían de Gáldar, entre ellos cabe citar algunos que se mantuvieron en Agaete años después como Juan y Pedro de Maninidra, que figura como testigo en uno de los procesos en que se vio envuelto el heredamiento, en el cual declara que vivía en el heredamiento y que era vecino de Agaete desde hacía mucho tiempo; junto a ellos figuran Juan Benito, Salvador Canario y Michel de Gran Canaria, que actuaron como amojonadores y deslindadores de la data de Guayedra[2].

 

 

 

 

Guayedra,  "reducto" del rey canario Tenesor Semidán. cristianizado con el nombre de Fernando Guanarteme. Foto: Juan antonio Jiménez Dámaso.
Guayedra, “reducto” del rey canario Tenesor Semidán. cristianizado con el nombre de Fernando Guanarteme. El valle de Guayedra tendría papel protagónico en el origen de Agaete. Foto: Juan antonio Jiménez Dámaso.

Aborígenes canarios en la conquista de Tenerife

Algunos de estos indígenas abandonaron luego Agaete con Lugo y se enrolaron en sus empresas de conquista, pues con don Alonso fueron indígenas de Gran Canaria a la conquista de Tenerife, los cuales fueron allí agraciados con tierras y aguas, convirtiéndose luego en pobladores de la zona norte de aquella isla.

Guayedra en el pacto entre reyes

Asimismo no hay que olvidar que el propio Fernando Guanarteme apartó para sí en el momento del pacto que suscribió con los Reyes Católicos la data de Guayedra como propiedad, que en efecto se le otorgó, a la vez que se le dio licencia para que residiesen con él 40 familiares que el mismo designase, cabezas de familia de la parentela del Guanarteme.

Esta concesión se concretó una vez finalizada la conquista, en el repartimiento que hace Vera en 1484. Aunque para la mentalidad de los conquistadores y colonos europeos el valle carecía de gran interés económico, si se le compara con la riqueza del valle contiguo de Agaete, para los indígenas debió tener, además del valor económico como territorio ganadero, un valor simbólico; el hecho que don Fernando solicitase a los reyes dicho valle, teniendo en cuenta además que por este transcurría un tramo del camino que va a “Tatirma”, nos indica la importancia que los canarios del bando Gáldar concedieron a Guayedra.

Tras la conquista los indígenas siguieron haciendo uso ganadero de dicho valle, residiendo posiblemente en el mismo en las llamadas casas canarias de Guayedra, explotando la tierra y las higueras, así como aprovechándose del agua que corría por su barranco y acequia; son estos bienes los que grupos de canarios destruyen cuando el término pasa a ser propiedad privada de Miguel de Trejo, casado con la hija de don Fernando, doña Margarita Fernández Guanarteme, y conseguida mediante triquiñuelas.

Venta de tierras y defensa de las aguas

Alonso Fernández de Lugo
Alonso Fernández de Lugo

 

Otros canarios con propiedades en Agaete son María Sánchez, mujer del poblador Pedro Madalena, que vende, en 1524, 3 fanegas de tierra de sequero en el valle de Agaete a los Cerezo. En 1513 también hallamos con propiedades a los canarios Diego de Torres y Juan Maninidra, que venden sus casas en Agaete, el primero para avecindarse en el Palmar de Daute en Tenerife, y el segundo para trasladar su vecindad a Gáldar[3]. Aunque en la empresa de la conquista de Tenerife acompañaron al Guanarteme muchos de sus familiares, un nutrido grupo de canarios permaneció en el lugar, pues en 1500 Sancho Bermúdez, en nombre propio y en el de otros canarios de la zona, hasta en cantidad de una treintena se quejan a los reyes de ciertas personas, entre ellas los propietarios del ingenio, de quitarles desde hacía cinco años el agua de sus heredades[4].

 

El ingenio azucarero, dinamizador económico y crecimiento poblacional 

 

A todo esto hay que añadir el cúmulo de personas que fueron atraídas por Lugo para trabajar en sus tierras y el ingenio, junto con los esclavos necesarios en todo establecimiento azucarero como mano de obra barata para conseguir un producto competitivo. Con unos y con otros se indica que Agaete alcanzó los 60 vecinos en 1514, es decir unas trescientas personas, según las Sinodales de Vázquez de Arce.

Todas estas personas necesitaban casas y lugares donde cobijarse, y por ello no es nada extraño que Lugo conocedor de la zona destinara el margen derecho del barranco para la posible ubicación de un caserío, sobre todo si tenemos en cuenta que esta zona estaba en un altozano limitado por una zona montañosa con cuevas, y con la cercanía de agua. Quizá tomó como modelo la propia ubicación del primer núcleo de la ciudad de Las Palmas. A ello hay que unir que fueron los propios ingenios el germen posterior de pueblos y parroquias tal como sucedió con Arucas y Moya. El pueblo se describe en 1646 como

“un lugar pequeño y muy combatido de los vientos; es también lugar regalado de todo género, está allí fundado un maiorazgo muy bueno, ay su beneficio de oposisión aunque corto por serlo la jurisdicción del. Tiene ingenio de azúcar, muchas aguas, tierras labradías en que se coge trigo, cebada, centeno, millo, viñas. En este lugar hay agrio muy regalado y en mucha abundancia, y particularmente limas[5].”

 

Dibujo en color que recrea las distintas actividades que desarrollaban los operarios en los ingenios azucareros: cultivar las cañas de azúcar y recolectarlas, transportarlas hasta la zona de prensado, girar la pesada prensa para extraer la melaza, transportarla hasta las tinas de metal para calentarla, extraer y transportar los panes de azúcar...
Dibujo en color que recrea las distintas actividades que desarrollaban los operarios en los ingenios azucareros (habitualmente esclavos): cultivar y recolectar las cañas de azúcar, transportarlas hasta la zona de prensado, girar la pesada prensa para extraer la melaza, transportar la melaza hasta las tinas de metal para calentarla, extraer y transportar los panes de azúcar…

 

La iglesia, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, será el corazón y el origen de Agaete

 

Recreación de la iglesia matriz Nuestra Señora de La Concepción
Recreación de la iglesia matriz Nuestra Señora de La Concepción

Junto con los lugares de habitación era necesario la construcción de una ermita o iglesia para que la población pudiera acudir a los oficios religiosos y recibir los sacramentos, dada la lejanía de Gáldar, pues para asistir a misa los vecinos tenían que abandonar sus faenas e invertir algunas horas en la ida y vuelta. El propio Lugo sufrió en sus carnes esta lejanía pues al fallecer su mujer debió acudir a Gáldar para que recibiese cristiana sepultura.

Todo ello hace pensar que fue el impulsor de la primera iglesia, que puso bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, en quien debía tener mucha devoción, pues no debemos olvidar que la primera iglesia que se levantó en La Laguna, una vez conquistada la isla de Tenerife y diseñada la nueva ciudad tuvo por patrona la misma devoción.

La nueva iglesia se va a convertir en el centro del nuevo núcleo y en el motor que va a dinamizar el desarrollo y la evolución de la trama urbana del futuro pueblo. A su entorno se le va a conocer en la época como la villa de Abajo, y las primeras calles y casas se abren y fabrican en torno a ella. De este modo el origen de Agaete se mantiene retirado por un lado de la residencia y heredamiento de Lugo y de la necrópolis aborigen.

La devoción a la Concepción se mantiene como la principal en estos primeros años, centralizando incluso los beneficios de la feligresía, aunque conviviendo con la que se practica a la Virgen de las Nieves, pues es casi seguro que Lugo mantenía en su hacienda-fortaleza un oratorio dedicado a la citada Virgen, cuya advocación trasladaría a La Palma, cuando inicia la conquista de aquella isla.

La iglesia y el pueblo fueron creciendo a la par que el ingenio seguía produciendo beneficios, hasta el punto de que durante el mandato del obispo Fernando Vázquez de Arce, se tiene la idea de que se funda la parroquia[6], hecho que se corrobora por la existencia de la iglesia, según consta en el libro primero de fábrica, donde en la visita que hace el propio obispo en 1515, se escribe que hace muchos años había iglesia en la villa de Agaete[7], aunque otros autores aducen a fechas posteriores.

Sin embargo Morales Padrón afirma que ya desde 1512 se constituyó en parroquia desglosada de Gáldar[8]. En efecto, en 3 de abril de 1511, cuando testifica Pedro Maninidra en el proceso que se abre a instancias de Francisco Riberol, declara que Alonso de Lugo desde antes de comenzar a hacer el ingenio

“ya poseía un cercado que está junto a la torre e de la otra banda desde la iglesia hacia abajo cuando tomaban las aguas de las suertes del dicho lugar, excepto un cercado de higueral que estaba bajo de las dichas tierras”

Esta primitiva iglesia corazón y origen del pueblo era pequeña, de una sola nave, posiblemente cubierta de madera a la manera mudéjar, y sobre ella tejas a dos aguas, y aseada. Las primeras noticias de su fábrica, o más bien pensamos que reforma en función del crecimiento del pequeño vecindario, se remontan a 1537 en que estando de mayordomo Juan Cardona, el visitador comenta la falta de cubierta y el malestar de los vecinos con las obras de mampuesto[9].

Por su pequeñez y no numerosa población no tenía cura fijo aunque si se atendían los sacramentos y recibía en su suelo los cadáveres de sus feligreses. Al parecer por la cortedad de su patrimonio es en estos años anexionada a Gáldar, y así se recoge en las constituciones sinodales de don Fernando Vázquez de Arce:

“E porque la Iglesia y el lugar de Agaete está en término e comarca de la villa de Gáldar, unimos é anejamos la dicha iglesia del Agaete al beneficio de la dicha villa de Gáldar, é ordenamos é mandamos que el cura o beneficiado de la dicha villa sea obligado a poner, é ponga clérigo que sirva de cura, y sea idóneo é suficiente que diga misa é administre los eclesiásticos sacramentos, y lleve el noveno, premicias é ordenaciones del dicho lugar del Agaete”[10].

Así fue, tal como se coteja por una real cédula otorgada en enero de 1520, en que se presenta a Pedro Martínez de Arroyo para el beneficio de Agaete, creado por don Hernando de Arce, obispo de Canarias[11].

Al parecer en los primeros años Agaete no tuvo cura fijo, supliéndolo alguno de los frailes franciscanos del convento de San Antonio de Gáldar.

Pero bien sea de un modo u otro la iglesia empezó a funcionar como tal desde muy pronto, arruándose en torno a ella las casas, pues en el propio testamento de Antonio Cerezo hace alusión a la iglesia cuando en 1535 manda, haciendo referencia al retablo que encargó a Flandes, que se ponga en el altar de la iglesia de la Concepción[12]. Cuando se normaliza la situación cuenta ya Agaete con cura propio, uno de los cuales fue Bernardo de Riberol, que como tal figura en una escritura otorgada en 1598.

 

La iglesia, lugar de sepultura de los primeros moradores que propiciaron el origen de Agaete

 

Ilustración sobre los inicios de Agaete como localidad, con la representación de la iglesia, en su primigenio solar en la hoy nominada calle Las Nieves (trasera de la actual iglesia matriz Nuestra Señora de La Concepción), a partir de la cual se representan los caminos: el que enlaza con Gáldar, hacia El Valle, Las Nieves y Guayedra, que cruza el barranco hacia una explanada superior, la hoy denominada zona de Las Candelarias, donde estaban las plantaciones de las cañas de azúcar, materia prima del ingenio azucarero. Ilustración realizada por Nisamar Tadeo Rosario.
Ilustración sobre los inicios de Agaete como localidad, con la representación de la iglesia, en su primigenio solar en la hoy nominada calle Las Nieves (trasera de la actual iglesia matriz Nuestra Señora de La Concepción), a partir de la cual se representan los caminos: el que enlaza con Gáldar, hacia El Valle, Las Nieves y Guayedra, que cruza el barranco hacia una explanada superior, la hoy denominada zona de Las Candelarias, donde estaban las plantaciones de las cañas de azúcar, materia prima del ingenio azucarero. Ilustración realizada por Nisamar Tadeo Rosario.

 

En esta pequeña iglesia recibieron sepultura los primeros moradores de Agaete, entre ellos los de las familias propietarias del ingenio como sus parientes, tales como los Palomares, Cerezos y Franquis; de la misma manera aparecen otros vecinos de apellido Medina, Hernández, Lorenzo, Peraza, Sánchez y otros, y entre los descendientes de indígenas figuran algunos de apellido Maninidra.

 

Este recinto religioso estaba independizado por una muralla que los aislaba de la calle y plaza actual de la Constitución. Se levantaba sobre el barranco, y a ella confluía la calle de la Nieves y de ella partía la llamada calle real, en dirección al valle. En torno a esta última calle se levantaron las primeras casas, en su mayoría de pequeñas dimensiones y cubiertas de tejas; en su parte posterior había también viviendas de gentes más humildes, mitad casas mitad cuevas. Por la calle real se conducía también una bajada al barranco, lugar donde se encontraba una fuente, a donde el vecindario acudía a proveerse de agua.

 

Agaete se comunicaba con otras zonas como el camino que iba a Gáldar que partía desde los pies de la iglesia y proseguía por la calle real; asimismo desde aquí partía el camino que iba al Valle donde residía parte de la población, y asimismo con el camino de Guayedra donde residían algunos canarios como pastores en cuevas y casas canarias; este camino era el que había abierto Lugo para proveerse de leña para su ingenio, de tal modo que era conocido como el camino de la leña, el cual salía desde la propia torre-fortaleza y subía rodeando el roque de Antigafo, también conocido como de las Nieves; de esta forma se va articulado el origen de Agaete.

 

 

 

 

Escudo de Agaete. Acuerdo del Pleno de la Corporación Municipal de fecha 31 de marzo de 1971, por que se aprueba el escudo heráldico del municipio de Agaete. Características: Escudo cortado: primero, de gules, la torre de oro; segundo, las armas de baronía de los Fernández de Lugp. Al timbre, Corona Real abierta. En el primer cuartel: la torre o fortaleza que evoca la elegida por el conquistador castellano Pedro de Vera. En segundo de los cuarteles: el escudo de armas de Alonso Fernández de Lugo, primer Alcaide de la fortaleza de Agaete, posiblemente construida en 1481. (Texto: Javier Tadeo)
Escudo de Agaete. El Pleno de la Corporación Municipal de 31 de marzo de 1971, aprueba el escudo heráldico del municipio de Agaete. Características: Escudo cortado: primero, de gules, la torre de oro; segundo, las armas de baronía de los Fernández de Lugp. Al timbre, Corona Real abierta. En el primer cuartel: la torre o fortaleza que evoca la elegida por el conquistador castellano Pedro de Vera. En segundo de los cuarteles: el escudo de armas de Alonso Fernández de Lugo, primer Alcaide de la fortaleza de Agaete, posiblemente construida en 1481. (Texto: Javier Tadeo)

Alonso Fernández de Lugo, primer alcalde en el origen de Agaete

 

 

 

Fue su primer alcalde el propio Alonso Fernández de Lugo, pues tal como dice un testigo de la época los reyes le confirmaron la alcaldía de la torre y de las tierras y aguas de Agaete.

Posteriormente ocupó la vara de la alcaldía en el pueblo que recayó en manos de indígenas canarios de la familia de los Bentidagua, ocupándola dos de sus miembros, Juan Sánchez Bentidagua y Hernán Sánchez de Bentidagua, quien compró el valle de Guayedra a Miguel de Trexo y Carvajal, yerno de Fernando Guanarteme, hasta que vendió la propiedad en 1529 a Antón Cerezo el joven, con lo cual vincula a su familia dicha propiedad, y al heredamiento de Agaete.

La familia de los Bentidagua se mantuvo en Agaete, aunque alguno de sus miembros se trasladó a Tenerife, y destacaron como intermediarios entre la población indígena y los intereses de la colonización; así en 1512 Salvador Fernández Bentidagua fue alguacil de Guayedra y comisionado por Trejo, junto con otros canarios para amojonar el término y evitar que los pastores canarios siguiesen destrozando acequias, caminos e higueras por lo que consideraban una usurpación de las tierras que habían sido otorgadas a don Fernando Guanarteme.

Por dichas fechas Fernán Sánchez Bentidagua, el viejo, junto con Juan Maninidra, surtía de telas y vestidos a la usanza europea a los naturales de la zona, realizando para ello grandes adquisiciones de ropa en el mercado galdense.

 

 

 

 

 

 

 

Las alcaldías, en defensa de la riqueza forestal frente a la explotación de los ingenios que esquilmaban los bosques

 

En 1528 Juan Sánchez Bentidagua figura en la documentación notarial como alcalde Agaete dando poderes para pleitear, ante la Chancillería de Granada, contra los cortadores de leña que, al servicio de los propietarios de los ingenios azucareros de la zona noroeste, comenzaban a esquilmar la riqueza forestal de Agaete y su término. Sin embargo fue Hernán Sánchez, el mozo, quien, desde 1529, se distinguió en su labor como alcalde por intermediar entre los intereses de la colonización y las necesidades y hábitos de los indígenas, maniobrando para intentar recuperar el barranco de Guayedra[13].

Posteriormente ocupó la alcaldía uno de los miembros de la familia propietaria del ingenio como fue Antonio Cerezo que tenía la vara en 1551, y más tarde fue titular Gregorio Méndez, que fue alcalde en 1598.

 

Notas

 

  1. RONQUILLO, M. y E AZNAR VALLEJO: Repartimientos de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1998, docs. 5,7 y 138

  2. MARTÍN DE GUZMÄN, C.. Las fuente etnohistóricas como elementos auxiliares en el estudio arqueológico del valle de Guayedra (Gran Canaria), “Anuario de Estudios Atlánticos”, 23, Madrid-Las palmas, 1977, p. 90

  3. Archivo Histórico Provincial de Las palmas, Alonso de San Clemente, nº 2.316, fs. 375 r. y 390r.

  4. Archivo General de Simancas, Reistro General del Sello,

  5. MORALES PADRÓN, F.: Op. Cit., p. 322

  6. RODRÍGUEZ MOURE, 1915, p. 291

  7. CRUZ SAAVEDRA, A.: La arquitectura religiosa en la villa de Agaete (Gran Canaria), “Anuario de Estudios Atlánticos”, 42, Madrid-Las Palmas, 1996, p. 292

  8. MORALES PADRÓN, F.: Inventario de los Archivos Parroquiales de Las Palmas, Las palmas de Gran Canaria, 1974

  9. CRUZ Y SAAVEDRA, A.: Idem, p. 299

  10. RODRÍGUEZ MOURE, J.: 1915, p.291

  11. Archivo General de Simancas, Registro General del Sello

  12. JIMÉNEZ SÁNCHEZ, S.: 1945, p. 25

  13. Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, Cristóbal de San Clemente, nº 734, f. 198 v.; nº 735, fs. 172 r., 173 r., 196 r. y 197 r.; nº 737, fs. 12 r; nº 739, fs. 95 r. y 96 r. BETANCOR QUINTANA, G.: Los indígenas en la formación de la moderna sociedad canaria. Integración y aculturación de canarios, gomeros y guanches (1496-1525), Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, 2002, pp. 242-243 (Tesis Doctoral inédita).

Enlaces de interés

Agaete a través de la historia

La trama urbana de Agaete

El testamento de Antón Cerezo

Las torres realengas castellanas de Gran Canaria y Berbería de Poniente (1478-1500): arqueología de una frontera, fronteras de la Arqueología.

 

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